La doctrina del shock
Naomi Klein, en su libro La doctrina del shock, expone cómo el capitalismo neoliberal ha aprovechado momentos de crisis para imponer políticas económicas que, de otro modo, serían rechazadas por la sociedad. Basándose en una investigación extensa y en múltiples ejemplos históricos, la autora demuestra que los desastres naturales, los golpes de Estado, las guerras y otras conmociones han sido utilizadas como oportunidades para beneficiar a las élites económicas y políticas a expensas de la población.
El
"shock" es un mecanismo que permite desorientar a la sociedad para
aplicar cambios radicales sin resistencia. Esta estrategia se inspira en los
estudios del psiquiatra Ewen Cameron y las técnicas de tortura desarrolladas
por la CIA, las cuales buscan destruir la identidad del individuo para
reconstruirlo según los intereses del agresor. De manera análoga, los gobiernos
y organismos internacionales han empleado esta lógica en el ámbito económico y
político. El principal teórico detrás de esta estrategia económica es Milton
Friedman, economista de la Escuela de Chicago y defensor del libre mercado.
Según Klein, Friedman promovía la idea de que las crisis eran momentos idóneos
para la implementación de reformas neoliberales, como la privatización de
servicios públicos, la eliminación de regulaciones y la reducción del papel del
Estado en la economía. Esto permitía que grandes corporaciones pudieran obtener
beneficios exorbitantes mientras la mayoría de la población sufría las
consecuencias de medidas draconianas. Uno de los casos más paradigmáticos que se
analiza es el golpe de Estado en Chile en 1973, cuando el gobierno de Salvador
Allende fue derrocado por Augusto Pinochet con apoyo de Estados Unidos. Tras el
golpe, los economistas de la Escuela de Chicago implementaron una serie de
reformas neoliberales que empobrecieron a gran parte de la población mientras
enriquecían a una élite económica. Las políticas impuestas incluyeron la
privatización de la educación, la salud y las pensiones, lo que generó una
desigualdad social extrema.
Otro ejemplo
clave es el colapso de la Unión Soviética, donde la rápida privatización de
activos estatales generó una oligarquía que concentró la riqueza mientras la
mayoría de la población sufría un drástico deterioro en su calidad de vida.
Asimismo, se examina la ocupación de Irak tras la invasión de 2003, cuando el
gobierno estadounidense utilizó la crisis para imponer un modelo económico
neoliberal que favoreció a empresas privadas, dejando al país en un estado de
caos y pobreza extrema. Empresas como Halliburton y Bechtel se beneficiaron
enormemente de los contratos de reconstrucción mientras la infraestructura y
los servicios básicos se colapsaban. También es importante mencionar el caso
del huracán Katrina en 2005, que devastó Nueva Orleans. En lugar de utilizar
recursos públicos para la reconstrucción de la ciudad y el apoyo a los
ciudadanos afectados, se impulsó una agenda de privatización masiva, en
especial en el ámbito de la educación. Muchas escuelas públicas fueron cerradas
y reemplazadas por instituciones privadas, reduciendo el acceso de la población
más vulnerable a una educación de calidad. A pesar de la efectividad de la
doctrina del shock, también se destaca la resistencia de diversas comunidades y
movimientos sociales que han luchado contra estas imposiciones. En América
Latina, por ejemplo, países como Venezuela, Bolivia y Argentina han
implementado políticas contrarias al neoliberalismo, fortaleciendo el papel del
Estado en la economía y buscando mayor equidad social. En Argentina, tras la
crisis de 2001, surgieron movimientos de fábricas recuperadas por sus
trabajadores, en donde la autogestión permitió mantener empleos y desafiar el
modelo de explotación. La solidaridad y la resistencia de la ciudadanía han
sido claves para frenar o revertir algunas de estas políticas en distintas
partes del mundo. En Grecia, tras la crisis económica de 2008, la población se
organizó para resistir las medidas de austeridad impuestas por la Troika (el
FMI, el BCE y la Comisión Europea). Movimientos como el de los indignados en
España o la Primavera Árabe también representaron intentos de la ciudadanía por
recuperar el control sobre sus economías y democracias.
Para
finalizar no solo se invita a la reflexión, sino que también representa un
llamado a la acción para proteger los derechos de las mayorías y evitar que el
miedo sea utilizado como herramienta de dominación. La importancia del libro
radica en su capacidad de desentrañar las estrategias económicas y políticas
que han marcado la historia reciente, permitiendo comprender la interrelación
entre crisis y políticas neoliberales. Es un texto esencial para quienes buscan
entender la dinámica del capitalismo global y los mecanismos de resistencia que
han surgido en respuesta a la explotación y la injusticia. En tiempos de crisis
climática, conflictos geopolíticos y pandemias, el análisis de Klein cobra aún
mayor relevancia, pues advierte sobre la necesidad de construir sociedades más
justas y equitativas, donde las catástrofes no sean utilizadas como excusas
para beneficiar a unos pocos en detrimento de las mayorías.
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