Ignacio Martín-Baró, la psicología, la liberación y el pensamiento latinoamericano hoy
Este libro constituye una valiosa recopilación de reflexiones actuales en torno a una figura fundamental del pensamiento crítico latinoamericano. Lejos de limitarse a una revisión nostálgica de su obra, se plantea un ejercicio profundo de resignificación, donde se invita a releer a Martín-Baró desde los contextos políticos, sociales y culturales que atraviesan América Latina en la actualidad. El objetivo es claro: construir una psicología comprometida, situada y transformadora, que responda a los desafíos concretos de nuestras realidades.
Enrique Saforcada propone una crítica contundente a las formas en que la psicología ha sido desvirtuada por los sistemas de poder. Denuncia el vaciamiento progresivo que ha sufrido esta ciencia, convirtiéndola en una disciplina cada vez más alejada del contexto social y más cercana a un cientificismo deshumanizante. En este sentido, recuerda que Martín-Baró no fue un revolucionario al estilo clásico, pero sí un actor profundamente político, cuyo instrumento de lucha fue la psicología social. A través de su trabajo, puso al servicio de los pueblos una herramienta crítica capaz de evidenciar la opresión y fomentar la conciencia social.
Uno de los puntos más relevantes es la insistencia en pensar la psicología desde el sur global. A través del capítulo introductorio, Hugo Adrián Morales y Marcelo Alejandro Muñoz plantean que el conocimiento que domina nuestras universidades responde en gran medida a una lógica eurocéntrica, que no solo omite otras formas de saber, sino que también deslegitima las experiencias y perspectivas propias de nuestras comunidades. Esta hegemonía ha configurado una psicología funcional al sistema, desconectada de la vida cotidiana y de las luchas sociales. Frente a esto, los autores proponen recuperar una psicología que nazca del territorio, que dialogue con los movimientos sociales, que escuche a los pueblos indígenas, campesinos, afrodescendientes y demás sectores históricamente excluidos.
La obra también recupera la idea de que la psicología de la liberación, como la concibió Martín-Baró, no puede reducirse a una teoría. Se trata, en esencia, de una praxis, una forma de hacer ciencia comprometida con la transformación. Esto implica, como señalan los autores, liberar a la psicología de sus ataduras institucionales, de su dependencia del discurso académico dominante, y devolverle su potencia política y ética. Es en este punto donde convergen múltiples influencias: la pedagogía de Paulo Freire, la teología de la liberación, la filosofía de Enrique Dussel, el pensamiento decolonial de Aníbal Quijano y Walter Mignolo, entre otros. Todos ellos aportan marcos teóricos y éticos que enriquecen el proyecto de una psicología latinoamericana comprometida.
Además, se plantea una crítica a la forma en que la psicología ha sido instrumentalizada por el modelo neoliberal, que tiende a reducir los problemas sociales a cuestiones individuales, ignorando las causas estructurales del sufrimiento humano. Esta mirada, promovida desde centros académicos del norte global, ha permeado las políticas públicas y los planes de formación profesional en varios países latinoamericanos, dejando a la psicología social crítica en los márgenes. Frente a esto, los autores del libro llaman a recuperar una perspectiva que parta del dolor de los pueblos, que sea capaz de nombrar las violencias y acompañar los procesos de resistencia y organización comunitaria.
Finalmente se puede decir que a través de una mirada crítica, transdisciplinaria y situada, los distintos capítulos nos animan a construir nuevas formas de conocimiento, que no repliquen las lógicas coloniales, sino que partan del reconocimiento de nuestras propias historias, saberes y luchas. Como bien señalaba el propio Martín-Baró, no puede existir una psicología de la liberación sin una liberación de la psicología misma.
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